Los rayos del sol
azulado entraban por la ventana iluminando la blanca sala, encima de la mesa se
vislumbraba la armadura de rastreador llena de grietas y ensangrentada, el
casco destrozado y las ropas encima de una silla blanca. Todo apuntaba a que
estaba en un hospital, el Tau malherido se incorporo sobre la blanca cama del
hospital y en la puerta un Tau le observaba con una sonrisa de satisfacción.
A lo que dijo – ¿Quién eres?,
¿Qué haces aquí?-
Acercándose el Tau que
vestía unos ropajes de tela blanca y marrón, aparto los ropajes de la silla,
los situó encima de la mesa junto con la armadura y el casco, y se sentó al
lado de la cama junto con Uru y pronunció
-Soy Yure del grupo de
60 de rastreadores que está bajo las órdenes del comandante Shas’O Kir’qath. He
venido porque soy el camarada que te recogió cuando caíste exhausto cuando te perseguían
los corsarios eldars oscuros-.
A lo que Uru respondió:
-Muchas gracias hermano, estoy sinceramente agradecido, pero cuando estábamos marcando
las posiciones avanzadas de los corsarios, y cayó la lluvia de misiles, unos
eldars oscuros se escaparon con las motos, nos persiguieron a mí y a mi hermano
de armas con la mala suerte de que el cayó y yo escape por los pelos.
-No pasa nada camarada,
compañero. Ahora estas otra vez en Bork’an para descansar y estar tranquilo-.
Una pausa se hizo en la
sala, pues Uru se dio cuenta de que en la puerta había otro Tau, esta vez era
una Tau que vestía un vestido de seda blanco. Se acerco a Uru y gon un gesto de
reverencia le saludo.
A lo que antes de que
Uru y Yure pudieran decir algo, la Tau se presento diciendo: -Hola hermano Uru,
es un placer ver que estas mejorando, soy
Nu’ri la compañera de armas de Yure, que también prestó su ayuda cuando
te recogimos, pues me deshice de las motos corsarias-.
Uru, algo consternado
dijo: - Gracias hermana rastreadora, el placer es mío pues vosotros me
salvasteis la vida-.
Y la conversación duró
durante toda la mañana, los Taus intercambiaron, posturas de pensamiento,
situaciones de batalla y que es lo que se cocía últimamente por las esferas y
sociabilidad de Bork’an. Hasta que cuando el sol estaba en lo alto del cielo y
se veía por las ventanas el paisaje urbanístico junto con el verde de los
arboles, pues los Tau son una raza que respeta mucho la naturaleza y procura
hacer un mínimo de daño a sus planetas ay que se sienten ligados a ellos.
Apareció un Tau joven,
con una túnica elegante de hilo y seda, de color blanco brillante, un cinto de
oro y una capa de color turquesa con unos símbolos característicos de un alto
rango militar. Y el símbolo de la casta del fuego en una medalla colgada en la
zona pectoral del pecho. A lo que los dos rastreadores le miraron y agacharon la
cabeza en gesto de reverencia. Uru asombrado por la presencia de este Tau pensó
que debía ser alguien importante.
Y el Tau se apoyo en el
respaldo de la cama de manera descansada, dejando caer el peso de sus hombros
sobre los brazos y las manos y le dijo: -Hermano Uru, he hablado con tus
superiores y tu comandante, pues soy el Shas’O Kir’qath y mis soldados me han
comentado lo que hicieron por ti, y parece ser que habéis adquirido una comunión
muy profunda, se puede notar en el aire. No me andaré con rodeos, ¿desearías
formar parte del 60 destacamento de rastreadores de Bork’an que está bajo mi
mando?-
A lo que Uru,
sorprendido, le respondió: -Comandante, para mi seria un placer, pues gracias a estos dos hermanos, sigo con vida y se lo
debo a ellos-.
-Pues todo queda dicho,
recupérate Uru y te espero pronto en el cuartel, un placer-.
A lo que el comandante
con un cordial gesto se despidió de los tres rastreadores y salió por la
puerta. Todo estaba dicho, un nuevo rastreador formaba parte de los
rastreadores, cada vez el grupo se hacía más grande y los rastreadores tenían un
nuevo amigo.
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